Como muchos saben hace cosa de dos meses y medio volví a mudarme. Si, hace 12 años que vivo en Rosario y ésta es la sexta vez que me mudo sin contar las mudanzas del estudio. Se ha convertido, con los años, en una tortura china.
En un comienzo eran departamentos compartidos con personas desconocidas que al instante me ofrecieron su amistad, siendo estudiante de otra ciudad era y sigue siendo lo común. Luego viví nuevamente con mi hermana (que se vino a estudiar), mi prima y otra amiga. Juntas tenemos momentos e historias inolvidables, de las crisis absolutas a los momentos de exagerada felicidad.
Pasé de convivir con muchas personas a convivir cada vez con menos, la prima se casó, la hermana se independizo, el novio se fue y yo quedé ahí, con la Juana (mi perra), independizada y con un nivel de inmadurez importante que con tiempo, esfuerzo y ganas de crecer fui superando.
Hoy, luego de 12 años de manías y aprendizajes aquí estoy en un espacio en donde me siento entera, donde agradezco infinitamente estar rodeada por tantas personas de buen corazón que me permiten hacer historia junto a ellos.
Y llegando aquí me detengo, brindo por otros 12 años de nuevas experiencias y concluyo esta jornada reflexionando para mi:
«Las mudanzas siempre traen algo nuevo», esta vez, me trajo un corazón contento.
Este espacio esta muy bien cuidado con el Cup Cake de la suerte que me regalo Suyai, una alumna.
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